sábado, 25 de octubre de 2014

Comunicación Intercultural

...o “el desafío de empatizar con otras visiones del mundo”.



Por Juan C. Di Pane Sánchez: es Psicólogo, Mediador Intercultural, Técnico en Gestión de la Diversidad, y en Gestión Cultural, Artista Plástico, con formación en Arteterapia, Inteligencia Emocional y Coaching. Coordina talleres de “Apoyo Emocional”, “Sensibilización Intercultural” y de “Desarrollo personal y social a través de las artes” en DiversaMENTE ASC y DEL ARTE SOMOS, entre otras entidades sin animo de lucro.




Hace falta tan solo una simple observación en retrospectiva para comprender que la Cultura debe su existencia y su permanencia a la Comunicación. Incluso podríamos decir que donde preferentemente se manifiesta la cultura es en la interacción comunicativa entre las personas; se edifica mediante dicho proceso y por lo mismo se encuentra en permanente proceso de construcción. Como claro ejemplo de ello contamos con los idiomas, que van cambiando a lo largo del tiempo o con la aparición de los ordenadores, que han facilitado el desarrollo de un nuevo vocabulario anteriormente inexistente.
Si analizamos brevemente el proceso de comunicación, observamos que éste surge con el establecimiento de una transmisión de señales (mensajes) entre una persona o entidad emisora y otra persona o entidad receptora, usando códigos y canales comunes. Los roles de emisor/a receptor/a pueden alternarse constantemente en múltiples combinaciones. El canal es el medio físico por cual que se transmite el mensaje (en la comunicación verbal sería el aire, o en Internet, el ciberespacio y el hardware necesario…).  El código es la forma que toma la información que se intercambia entre la fuente y el destino. Implica la comprensión o decodificación del paquete de información que se transfiere y del contexto (situación o entorno extralingüístico) que influye en éste, nunca exento de ruidos e interferencias que dificultan la comprensión del mensaje.
Entonces, centrándonos en el tema que nos convoca, podemos decir que la comunicación intercultural es el proceso por el cual dos o más personas o grupos culturales distintos, establecen entre sí una interacción mediante el intercambio de mensajes.

Pero la única forma de comprender correctamente culturas distintas a la nuestra, es interpretando sus manifestaciones (sus códigos) según sus propios criterios, sin eliminar nuestro juicio crítico (aunque inicialmente lo dejemos en suspenso hasta que hayamos entendido la complejidad simbólica de sus prácticas culturales); moderando así un inevitable etnocentrismo que nos lleva a interpretar las prácticas culturales ajenas a partir de los criterios de la cultura propia. Si no hacemos este esfuerzo de comprensión, la comunicación intercultural se hará más difícil y aumentará la probabilidad de malentendidos, debido a la presencia de múltiples ruidos.
Según lo dicho hasta ahora, podemos afirmar que cualquier proceso de comunicación podría definirse como “intercultural”, llegando posiblemente a un callejón sin salida donde la calificación de “comunicación intercultural” sea una redundancia. Pero esto se esclarece al constatar la existencia de una graduación en la diferenciación cultural. Así, las formas de pensar, sentir y actuar de distintos colectivos estarán más o menos próximas unas de otras según se compartan o no determinados códigos, por ejemplo: la lengua, creencias religiosas, lazos políticos, etc. Evidentemente cuantos más elementos se compartan, más sencilla será la comunicación entre ellos y en cada circunstancia este proceso tendrá características distintas (de acuerdo con dicha proximidad o lejanía).
Sin embargo, también es útil conocer una serie de factores que podemos implementar para conseguir una comunicación intercultural más eficaz, entre los que destacan:
1)- TENER UNA LENGUA COMÚN: Los seres humanos hemos sido socializados en una determinada comunidad lingüística en la que adquirimos unas competencias comunicativas. Si entramos en contacto con personas que hablan un idioma diferente, es imprescindible establecer un lenguaje común para interactuar. Esta es una condición necesaria pero no suficiente para una óptima comunicación intercultural.
2)- CONOCER LA CULTURA AJENA: También es fundamental un mínimo conocimiento de la otra cultura. La comunicación interpersonal no es simplemente verbal. El factor “no verbal” (espacial, táctil, etc.) tiene gran importancia, por lo que es primordial poder decodificar por ejemplo, el significado del mensaje gestual del interlocutor. Recordemos que la comunicación no es un simple intercambio de mensajes con un sentido incuestionable; un mismo discurso puede tener distintos niveles de lectura, que sólo las personas que conozcan suficientemente la cultura de la cual proviene, pueden alcanzar.
3)- RE-CONOCER LA CULTURA PROPIA: Tomar conciencia de la propia identidad cultural, para repensarla e incluso reestructurarla. En varias ocasiones nuestras interlocuciones están impregnadas de valores que transmitimos sin apenas darnos cuenta. Por eso debemos percatarnos de nuestra perspectiva etnocentrista, repensando así muchos de los axiomas que hasta ahora fundamentaban nuestro punto de vista.
4)- ELIMINAR PREJUICIOS: Esta toma de conciencia debe reflejarse en el lenguaje cotidiano, ya que éste legitima una realidad social, en ocasiones discriminadora. No es fácil eliminar los estereotipos negativos que cada cultura tiene de las demás, como se aprecia en  frases que aun incluimos en nuestros diálogos del día a día (al referirnos por ejemplo: a “Una judiada" como sinónimo de una "acción cruel e inhumana";  a “Una gitanada" como sinónimo de "adulación, halagos o engaños para conseguir lo que uno desea"; o a “Una merienda de negros” como sinónimo de “un lío grande, o un gran desorden”).
5)- SER CAPAZ DE EMPATIZAR: Al relacionarnos con personas de culturas muy distintas puede producirse un "choque cultural", caracterizado no solamente por la incomprensión del comportamiento ajeno, sino también por la aparición de emociones desagradables como desconfianza, incomodidad, ansiedad, preocupación, etc. Para superar este choque es prioritario establecer una  comunicación clara y empática.
La empatía es la capacidad de sentir la emoción que otra persona experimenta, poniéndonos en su lugar para “comprender por qué” siente así y no de otra manera, con el fin de poner en marcha mecanismos que favorezcan la resolución exitosa de la interacción. Esta habilidad es imprescindible para mantener relaciones interpersonales satisfactorias y duraderas.
6)- SABER METACOMUNICARSE: es de esperar que si entre personas de un mismo colectivo se producen incomprensiones, entre personas socializadas en culturas distintas estas sean más frecuentes. Podemos comunicarnos aceptando un cierto grado de malentendidos, pero si estos aumentan, será muy difícil comprendernos y llegar a acuerdos.
Es importante asumir que en la Comunicación Intercultural el malentendido puede ser la norma y no la excepción. Por ello es necesario desarrollar la habilidad de la metacomunicación, es decir: la capacidad de transmitir eficazmente lo que se pretende decir cuando se emite un mensaje. En otras palabras, metacomunicar es hablar del sentido de nuestros mensajes, pero no sólo de lo que significan sino incluso de qué efectos se supone que deberían causar.
En la vida cotidiana funcionamos con una gran cantidad de sobreentendidos, presuposiciones, eufemismos, etc., en los que el sentido no está en el significado literal de la información, sino que es preestablecido y compartido por las y los miembros de un mismo colectivo. En la Comunicación Intercultural dichos sobreentendidos y presuposiciones pueden ser una fuente inagotable de malentendidos, de ruidos en la comunicación (no puedo presuponer que mi interlocutor/a entenderá precisamente lo que no digo explícitamente). Por esa razón no solamente basta con comunicar, sino que en muchas ocasiones es necesario también metacomunicar.

Por ejemplo: si trabajo en una oficina de colocación de empleo y a un o una participante originaria de otra cultura le indicamos que concurra a una reunión, no podemos presuponer que para ella o él quedará claro el mensaje, ya que existen múltiples variables que podrían interpretarse de forma diferente. Conviene indagar sobre su concepto de puntualidad y del manejo del tiempo en general. También, según el tipo de reunión a la que asistirá, reforzar que será más o menos importante que cuide su higiene y aspecto físico, etc. Por lo tanto en lugar de decirle simplemente: “el lunes a las nueve de la mañana te esperan en la empresa ‘X’ para una entrevista de trabajo”; será mejor explicitar otros detalles como: “Este lunes a las nueve de la mañana en punto, debes concurrir a la empresa ‘X’ donde te esperan para mantener una entrevista en la que evaluarán si te dan un trabajo o no, por eso es muy importante que seas puntual, es decir que no llegues después de las 9:00, de lo contrario tendrán una imagen negativa de tu compromiso y tu interés por ese trabajo y también recuerda que es importante ir recién bañado y bien vestido para causar una buena impresión, eso puede ayudar a que consigas el puesto”.
7)- TENER UNA RELACIÓN EQUILIBRADA: La comunicación intercultural no se produce de forma descontextualizada, sino que se da en unas circunstancias determinadas que modifican las características del proceso comunicativo. Por ejemplo, si el diálogo entre ambas personas se hace en la lengua materna de una de ellas, la misa se sentirá mucho más cómoda que la otra. Las “relaciones sociales” suelen ser también “relaciones de autoridad” y esto se refleja en las formas de comunicación. Las partes interlocutoras no siempre están en un plano de igualdad, aunque esto no implica necesariamente un desequilibrio amenazante, sino que actúa de una manera más implícita, por ejemplo: estableciéndose quien es la persona autóctona y cual la extranjera, o quien busca determinada información y quien puede brindarla, o quien necesita ayuda y quien puede cumplir con dicho servicio, etc.
Por eso es necesario establecer las bases para el intercambio cultural, entablando un diálogo dentro de la mayor igualdad posible. Esto no significa ignorar la existencia de posiciones de poder y/o autoridad distintas entre las personas que intervienen, sino reconocerlas e intentar reequilibrarlas. Recordemos siempre que ni el paternalismo ni el victimismo son actitudes adecuadas para el inicio de una comunicación intercultural.
Además de este, debemos mostrarnos siempre en disposición a sortear muchos otros obstáculos que se plantean ante la Comunicación Intercultural, como son:
A)- LA SOBREGENERALIZACIÓN: En nuestra vida cotidiana solemos hablar de los franceses, los musulmanes, los occidentales, etc., utilizando estereotipos que poco tienen que ver con una realidad mucho más compleja. Esta sobregeneralización nos permite una economía mental, ya que ahorra explicaciones. El fijarse atentamente y el intentar descubrir el sentido de las cosas se vuelve innecesario ya que el estereotipo nos permite justificar hasta lo incomprensible: "y bueno... ya sabemos todos como son los musulmanes".
B)- LA IGNORANCIA: A medida que nos relacionamos  con personas de diversas identidades culturales, tomamos conciencia de todo lo que nos queda por conocer y aprender. Como mínimo hay tantas lenguas (o formas de utilizarlas) como grupos culturales existen y es imposible que un ser humano las hable todas.
C)- LA SOBREDIMENSIÓN DE LAS DIFERENCIAS: El constatar la diversidad, no implica cometer el error de sobredimensionar las diferencias culturales. La forma más simple de conocer es comparar, partiendo de un punto de referencia y estableciendo relaciones ("es igual a", "es diferente a", "es parecido a", etc.). En los contactos interculturales es muy frecuente utilizar el método comparativo para describir nuestra experiencia, determinando lo que es común y lo que no. Pero corremos el riesgo de sesgarnos hacia la tendencia de construir a “la otra” o "al otro" como diferente (“ya que se trata de una persona de otra cultura, debe ser distinta”), destacando este aspecto.
A medida que profundizamos las similitudes (inherentes a los seres humanos), se ponen de manifiesto. No se trata de negar la diversidad, sino de situarla en su nivel real. En ocasiones, se contrapone una visión universalista que afirma que “todos y todas somos iguales”, a una relativista que considera que “todos y todas somos distintos”. Pero podemos reducir esta contradicción si aceptamos dicho universalismo en lo referente a nivel más profundo del ser humano y el relativismo a nivel más superficial,  no menos importante.
D)- LA UNIVERSALIZACIÓN DE LO PROPIO: también corremos el riesgo de caer en el otro extremo, universalizar a partir de lo propio y no de lo común, llevándonos al etnocentrismo (por ejemplo: considerar que el modelo “europeo” es el modelo universal de evolución histórica; a partir de este criterio los demás pueblos estarían en los estadios anteriores).
Como vemos, la comunicación intercultural se sitúa en el delicado equilibrio entre lo universal y lo particular, entre lo común y lo distinto. De hecho nos llama a aprender a convivir con la paradoja de que “todas y todos somos iguales y diferentes”.

La manera en que se establecen las relaciones sociales está influenciada por un particular “Ethos Cultural”, constituido por el conjunto de valores de determinado marco o identidad cultural, que define la singular concepción sobre cómo se llevarán a cabo las interacciones personales y/o grupales. Esto no imposibilita que desde un marco cultural se pueda interpretar a otro, ya que el modelo básico de cualquier relación social es el mismo que el de una relación comunicativa y siempre que esté presente la empatía, el deseo de comprendernos y estemos atentos al uso retórico que se hace del lenguaje verbal y no verbal, será factible que dicha comunicación se establezca de forma satisfactoria. La pregunta que cabe entonces es ¿estamos dispuestos a enfrentar tal desafío?



Bibliografía:
  • VVAA: CLAVES PARA LA COMUNICACION INTERCULTURAL.   Editorial: UNIVERSIDAD JAUME I. SERVICIO DE COMUNICACION Y PUBLICACIONES, ISBN: 9788480214308
  • VVAA: CULTURAS CARA A CARA RELATOS Y ACTIVIDADES. Editorial: EDINUMEN 2009, ISBN: 9788495986856.

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