sábado, 15 de febrero de 2014

LA CONDICIÓN FEMENINA EN SIMONE DE BEAUVOIR

María del Carmen Herrera

Doctora en Cambio social por la Universidad de Salamanca. Máster en Comunicación y Nuevas  Tecnologías aplicadas a la educación. Escritora y académica  especializada en temáticas culturales y  sociales. Desarrolla actividades de docencia y gestión de proyectos en Educación Superior



Un 9 de enero de 1908 nace en París Simone de Beauvoir, una de las grandes pensadoras del siglo XX, filósofa, escritora, una intelectual comprometida con su tiempo y con su circunstancia dentro del pensamiento existencialista francés que trascendió y que ocupó un lugar importante en el mundo occidental.

Actualmente, hablamos de la cuestión de género pero esta  temática  no hubiera surgido sin esta puerta legítima que abrió Simone de Beauvoir. Hoy la recordamos como autora de una de las obras fundamentales sobre la mujer, ya que con ella se sientan las bases de un pensamiento crítico extenso y profundo como no se había elaborado antes.

En 1949, a los 41 años de edad, Simone de Beauvoir publica El segundo sexo e inmediatamente levanta polémicas. El libro se convierte en un best seller  y la primera semana se venden 22.000 ejemplares. Esta publicación es uno de los referentes puntos de partida del feminismo del siglo XX.

Con este libro, la autora abre y funda la conciencia de ser mujer --hasta para sí misma-- en el siglo XX con una lectura nueva y profunda para su tiempo, en una época de reconstrucción, de posguerra. Por detrás estaban todos los atisbos de la lucha feminista, ya sea de  siglos anteriores o del precedente.

Sin lugar a dudas, El segundo sexo es un libro fundacional del feminismo acompañado de una praxis coherente de su autora. En él se exponen y analizan los diferentes registros de la época en torno a lo femenino, registros plurales que van desde lo biológico, lo psicoanalítico, pasando por lo histórico y lo marxista. El texto propone, en un primer momento, una mirada inicial externa, refiriéndose en particular a cómo se ve la temática de la mujer  desde la perspectiva masculina legitimada como “lo científico” a través del conocimiento. En un segundo momento, pasa a analizar y describir a la mujer en situación. Y desfilan la madre, la prostituta, la lesbiana, la narcisista, la enamorada, la mística, etc. Se destaca todo lo que en las diferentes circunstancias llevan a creer en la inferioridad de la mujer y en los efectos que la internalización de esta creencia promueve a las elecciones vitales.

Uno de los grandes problemas planteado por Beauvoir es el rol interiorizado que la mujer ha cumplido históricamente tanto en lo público (de donde es erradicada) como en lo privado (se le establece como prioritario la vida familiar, la maternidad, cuidado de los hijos). Esta situación se pudo sostener por dos creencias: una, la internalización femenina de la propia incapacidad; y la otra: la creencia de que quedarse soltera la habría de poner en riesgos económicos o sociales. Toda la comunidad en los distintos momentos de la historia ha reafirmado la inferioridad femenina y la necesidad de que tener una familia y un marido contribuirían a completar su ser “carenciado”.

La responsabilidad de esa situación histórica de hecho no es solo de las mujeres, los dos sexos han contribuido para que se sostuviera.

La mirada crítica a la condición femenina de Beauvoir es una crítica a la Modernidad que moldeó por más de dos siglos estereotipando las conductas a fuerza de tradición y costumbre, marcando la senda que debe transitar la mujer, organizándole un universo de subjetividad que desde una edad muy temprana la sociedad se encargará de que introyecte.
Pese a los logros en otros campos, la revolución francesa significó una gran derrota para el feminismo, ya que cuando le tocó resignificar los espacios sociales de lo femenino y lo masculino, reafirmó que lo masculino es el espacio de la construcción de discursos, de lo público. Femenino, en cambio, es el espacio privado de la familia, los hijos, el encierro.

La Modernidad generó un proyecto del que las mujeres quedaron excluidas o ambiguamente incluidas, ausentes de los pactos de poder –políticos y sociales—al margen de toda gestión, o negociación. Fuera de lo público.

Uno de los grandes aportes que nos deja de Beauvoir es comprender que muchos de los logros de las mujeres se realizaban a través de luchas por reivindicaciones específicas pero siempre desde el lugar simbólico que el patriarcado les había asignado, no existía entre sus fundamentos cuestionamientos profundos de las relaciones de poder. En este sentido, su mérito está en la construcción de una línea crítica reforzando el concepto del movimiento feminista y sus luchas contra la falsa igualdad.

Si bien considera que el capitalismo alteró las relaciones entre hombres y mujeres al incorporar a estas últimas al trabajo, Beauvoir insiste en que no basta con modificar la condición económica de las mujeres para transformarlas, pues si ese factor no entraña consecuencias morales, sociales y culturales, etc., no acontecerá un cambio. El capitalismo incorpora la mujer masivamente porque es mano de obra barata y más sumisa. El aporte capitalista es que fueron proveedoras económicas del hogar como un plus, un además, a sus otras actividades se sumó el de ser trabajadoras externas con salario.

Muchas de estas conceptualizaciones siguen vigentes porque la profundidad del análisis de Beauvoir desde los numerosos puntos de vista no han sido superados aunque la teoría feminista posmoderna va a ampliar los  interrogantes.

Luego de haber conseguido el voto, el movimiento feminista de mediados de siglo XX, resurge a finales de los años sesenta. Este nuevo feminismo comienza a constituirse en una importante producción de conocimiento y de crítica y transformación del contexto cultural. De este modo nuevas conceptualizaciones entran al análisis social tales como patriarcado, género, casta sexual, y además explicitan la oposición de lo público/privado.

De la publicación y los efectos de El segundo sexo ha transcurrido más de  medio siglo. En estas últimas décadas hemos visto la ampliación que el feminismo igualitario de la modernidad ha producido, con nuevos flancos que interpelan a la cultura patriarcal. Tampoco podemos hablar de una sola línea vigente en los posicionamientos feministas.

Dos grandes tendencias parecen prevalecer, el feminismo de la diferencia y el feminismo de la igualdad. El primero, encuentra en el  concepto de diferencia un sentido extremo de libertad para las mujeres. El segundo, significa libertad e igualdad de oportunidades para ambos sexos y el despertar de nuevas individualidades, una vez que se hayan liberado tanto hombres como mujeres de los estereotipos de sexo.

Tal vez haya mayor cercanía entre el feminismo de la igualdad y el pensamiento de Beauvoir, pero indefectiblemente estarán sus ideas ligadas también al feminismo de la diferencia en cuanto a la deconstrucción que su obra inicia.

Indudables los aportes de El segundo sexo como texto fundacional con continuidades y rupturas. Más allá de las diferencias existe un denominador común en los debates feministas en general y es su interpelación por la condición femenina, su toma de conciencia de la opresión de la mujer y su lucha por la modificación de tal condición. 

Con las marcas de su tiempo, de su circunstancia, Beauvoir abrió una puerta e instaló la temática de la mujer de un modo diferente y con una profundidad inusitada en el pensamiento del momento.

Nos queda tanto por transformar en estos nuestros tiempos que no podemos darnos el lujo de prescindir de ninguna contribución. Los dramas cada vez más extendidos de la violencia de género, la trata sexual como neo-esclavitud, el temor de tantas mujeres amenazadas, y el de todas aquellas que mueren a manos de quienes dijeron amarlas, nos evidencia una problemática presente de urgente reflexión (Rodriguez Magda, 2009).

Valgan sus aportes y la  frase  paradigmática  de la autora: “No se nace mujer, se llega a serlo”. Cabría agregar, “tampoco se nace hombre, se llega a serlo” y con esto nos situamos en la problemática de género como una responsabilidad colectiva que requiere un trabajo de reflexión en todos aquellos actos, aparentemente neutrales, de nuestra vida cotidiana.



BIBLIOGRAFÍA
Beauvoir, Simone (2005): El segundo sexo. Madrid: Cátedra.
Rodríguez Magda, Rosa Ma. (2009): Simone de Beauvoir, una lectura trasmoderna. Conferencia del Congreso Internacional Simone de Beauvoir. URL, https://rodriguezmagda.blogspot.com . Consultada 05/01/2013.
Carnero, Silvia (2005): La condición femenina desde el pensamiento de Simone de Beauvoir. A parte Rei. Revista de Filosofía, N°40, Julio 2005. URL,  http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/carnero40.pdf , Consultada 02/01/2013.
Feminismo: entre la Igualdad y la Diferencia. Dossier de El viejo topo, N°73, marzo de 1994.

Amorós, Celia (1997): Tiempo de feminismo: sobre feminismo, proyecto ilustrado y posmodernidad. Madrid: Cátedra. 

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