Por Mª Eugenia Martínez de la Puente Blas: Psicóloga, Monitora
Sociocultural, Técnica en Gestión Cultural, Cuentacuentos, Titiritera, Formada
en “Inteligencia Emocional y Coaching” y en “Arteterapia”. Con una vasta
experiencia en coordinación de actividades de ocio y salud para personas
mayores y en talleres de sensibilización
intercultural e intergeneracional a través de cuento. También es socia
fundadora y directiva de Diversamente Asc. En integrante de DEL ARTE SOMOS.
Si bien somos muchos
los agentes sociales que influimos decisivamente en el proceso de socialización
de niños y niñas, tanto la Escuela como la Familia tienen un papel fundamental
en la misma, ya que a través de ella construirán su propia
identidad y sus referentes, base fundamental de su seguridad y autoestima.
En general, el proceso de formación de la “Actitud”
con la cual elegimos afrontar la vida, pasa por tres etapas: Primero escogemos el
objeto de dicha actitud, en la medida en que lo conocemos (por eso es
fundamental entrar en contacto con lo nuevo, de lo contrario nos cerramos a
elegir); luego lo apreciamos,
en la medida en que este conocimiento nos predispone hacia elementos,
cuyo valor podemos percibir (sin ese encuentro, no podemos discernir si algo es
realmente bueno, o no lo es, o cuanto lo es); y posteriormente lo ponemos en práctica, convirtiéndole cada vez
más en conductas habituales, inconscientes, arraigadas. Las actitudes
que tomemos hacia las cosas nuevas o diferentes, no son valores absolutos sino
relativos, que dependen del tiempo, el espacio y la naturaleza humana. Por esta
razón es importante darnos siempre nuevas oportunidades para relacionarnos con
lo nuevo, lo viejo, lo diferente, etc. Porque siempre podremos redefinir
nuestra actitud a favor del crecimiento personal y comunitario.
Desde
la Escuela , es importante fomentar el
enriquecimiento de la persona, basándose en las diferencias aportadas por cada
uno de los individuos, proveniente de culturas tan heterogéneas a la española,
con una forma tan distinta de pensar y de sentir, pero con los mismos afanes e
inquietudes de aprender y enseñar.
Para ello es primordial: fomentar
la identidad bien asentada, aceptando los propios valores; fomentar el espíritu crítico
de lo que es mejorable; estimular la valoración positiva de la Diversidad , educando en
la convicción de la igualdad; convertir al centro educativo en un lugar de encuentro, donde poder dar lo
mejor de sí; vincular los nuevos aprendizajes a componentes
socio-afectivos de la realidad cotidiana; asumir nuestra ignorancia en relación a aspectos básicos de las diversas
realidades culturales; y dirigir la mirada hacia dentro, para tratar de descubrir no sólo el
desconocimiento, sino también los prejuicios, los estereotipos, las
generalizaciones y las actitudes con personas de diferentes culturas.
La familia es el primer
medio en el que se desenvuelve una persona, el primer eslabón en el
proceso de la socialización. Por eso proponemos que sea la Familia quien, en este
proceso de creación y encuentro, contribuya junto con la Escuela a ofrecer a sus
hijos e hijas, un conjunto de condiciones orientadas al desarrollo de una vida
más sana y armónica para todos. Esperamos que existan espacios para el
ejercicio de la libertad, donde seamos conscientes de las diferencias y nos
enriquezcamos en su presencia manteniendo la motivación necesaria para seguir
creciendo en este proceso de búsqueda del bienestar para todos y de un mundo
más justo y solidario.
El conocimiento de otras culturas es esencial para
el establecimiento de un diálogo constructivo entre los pueblos y conlleva una
reflexión sobre lo que es común a todos los seres humanos, pero también sobre
las diferencias. En la medida en que consideremos la diversidad como riqueza y
como patrimonio común, y no como obstáculo, seremos capaces de reducir
tensiones y convertirlas en una fuerza positiva.
Las diferentes
culturas han elegido al cuento como medio por excelencia para transmitir sus valores, creencias y costumbres,
tanto a los miembros más jóvenes de su comunidad como a los mayores.
Generaciones tras generaciones lo han traspasado como testimonio de las
civilizaciones que desembocaron en las diversas etnicidades que hoy entretejen
nuestro mundo. Por esta
razón, constituyen herramientas idóneas para llegar a niños, niñas y adultos,
de una manera atractiva, aportando nuevos elementos culturales que incorporar
al diálogo cotidiano con los nuevos vecinos, provenientes de diversas
latitudes.
Como padres, madres,
docentes o ciudadanos en general, debemos tener presente que la Interculturalidad
es una oportunidad única de enriquecer el desarrollo afectivo, social e
intelectual de nuestros niños y niñas. Mantener una actitud coherente respecto de la Integración Cultural
en nuestra vida diaria, es el mejor ejercicio de Interculturalidad para
nuestros hijos/as o alumno/as. Recordemos que ellos antes que escucharnos, nos
ven... Y lo que nosotros opinemos, nuestros gestos, pero sobre todo lo que
hagamos es lo que dejará huella en su percepción sobre la inmigración, la
diversidad y la desigualdad en el mundo.
Las actividades de
sensibilización sobre la diversidad cultural, la integración con nuestros semejantes
(provengan estos del lugar de donde provengan), y el refuerzo de actitudes
positivas como la solidaridad, la acogida y la apertura hacia una convivencia
en paz, deben ser una tarea diaria.
La narrativa de un cuento
permite a todas las personas además
de conocer, soñar con el relato en sí. Y en el caso concreto de los niños y
niñas y como dijo Nelson Mandela “Deseo que la voz del narrador de cuentos
nunca muera, que los niños no pierdan nunca la capacidad de ampliar sus
horizontes del mundo con la magia de los relatos”.
Al utilizar un cuento como herramienta de
sensibilización intercultural, no solo contamos una historia, sino que
además podemos complementar la misma profundizando en el contexto del cual proviene,
hablando del país del cual es originaria (Por ejemplo: conociendo la ubicación
geográfica, clima, población, idioma, características de la gente que vive
allí, etc.) y completarla con actividades y materiales específicos sobre el
país que se aborde y sus respectivas costumbres (Por ejemplo: haciendo una
comparación con fotografías y otros recursos audiovisuales que muestren como es
ese país en la actualidad y como se vive en él.
También podemos
aprovechar la presencia de alumnos que provengan de esos lugares para que
participen activamente de la actividad, contando sus experiencias personales y
además podemos invitar a personas nativas del país en cuestión. De este modo,
afrontamos el reto que tenemos de motivar a nuestros niños y niñas, haciendo que
todos y todas nos sintamos partícipes e integrantes fundamentales de este Mundo
de Culturas que deseamos construir.
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