Por María del Carmen Herrera: Doctora en Cambio social por la
Universidad de Salamanca. Máster en Comunicación y
Nuevas Tecnologías aplicadas a la educación. Escritora y
académica especializada en temáticas culturales
y sociales. Desarrolla actividades de docencia y gestión de proyectos
en Educación Superior. Socia de DiversaMENTE ASC y DEL ARTE SOMOS.
La cultura es
movilidad pese a los lazos o anclas de
la costumbre. Hace unas décadas la globalización modificó el mundo en que
vivimos y lo transformó en un espacio multicultural debido a la enorme difusión
mediática y a los innumerables desplazamientos humanos.
Dos enfoques asumen esta
problemática dentro de las fronteras. Una, más ligada al colonialismo (Sartori,
2001), es la multicultural concebida
como la convivencia de grupos variados respetando sus diferencias y cada uno en
lo suyo; Estados Unidos es un ejemplo (Sleeter, 2004). La otra, más posmoderna neo-antropológica, es
el modelo intercultural, en el que
las culturas diversas interactúan, se afectan y modifican mutuamente incluyendo
espacios híbridos. En América Latina abundan ejemplos nacionales de culturas
híbridas (García Canclini, 1995; Giménez, 2000).
Entre estas dos
perspectivas teóricas las políticas van y vienen, hoy el problema reside en que la mayor parte
de las situaciones de interculturalidad se configuran no sólo por la diferencia entre culturas desarrolladas
separadamente sino por las maneras desiguales
en que los grupos se apropian de elementos de varias sociedades, los combinan y
los transforman.
En nuestros días, la
identidad, aún en amplios sectores populares, es políglota, multiétnica,
migrante, hecha con elementos cruzados de varias culturas (García Canclini,
1995). La multiculturalidad no desaparece ni en las pragmáticas estrategias
empresariales ya que se adecuan a los mercados locales de consumo, porque el
mundo es un mercado diferenciado constituido por capas afines. Es decir, que el
concepto de homogeneización tiene esta relatividad cultural como peso. Por ello,
Renato Ortiz (1994) prefiere hablar de “nivelación cultural” para aprehender el
proceso de convergencia de hábitos culturales, pero preservando las diferencias
entre los niveles de vida. Las naciones y las etnias siguen existiendo, pero en
muchos casos han dejado de ser para las mayorías las principales productoras de
cohesión social.
La reflexión sobre la
identidad y la ciudadanía se ha ido situando en un sinfín de transformaciones
producto de la revolución tecnológica en
relación con varios soportes culturales y podemos decir que la identidad es una
construcción, es política, es actuación y es acción (García Canclini, 1995).
La Biblioteca Popular Giner de los Ríos, en el barrio de San José en
Salamanca es un ejemplo de acción ciudadana en busca del acceso igualitario a
la cultura, a la lectura en particular para que las diferencias no sean de
precipitación y exclusión sino de participación para garantizar el acceso y
frenar esos desniveles que las culturas de origen traen como estigma.
Surge hace más de un año
en un marco ciudadano y popular cuando el cierre de las bibliotecas de Caja
Duero en zonas barriales del extrarradio de la ciudad de Salamanca,
fundamentado en la crisis económica, despojaba a grupos ciudadanos diversos de
los espacios y fondos de lectura de sus salas. Ello generó un reclamo vecinal
de los servicios de acceso a la cultura que implican los libros, esos objetos
que la modernidad difundió como joyas de inclusión en el conocimiento, las
películas y la tecnología que ampliaron
el mundo y lo pusieron más cercano.
El planteo del
movimiento vecinal y sus reivindicaciones produjo la donación institucional de
los fondos bibliográficos de la Caja y encaró al Ayuntamiento que se negaba a
asumir económicamente la manutención de una biblioteca en una zona
urbano-marginal pese a su obligación de garantizar una biblioteca accesible por
determinada cantidad de habitantes (Art. 18 y 19, Ley 9/1989, BOE, 1990:2110).
La persistencia y
consistencia del movimiento vecinal integró a otros colectivos sociales en la
lucha y obtuvo la cesión por parte del Ayuntamiento de un sector del local sin uso
de la escuela de adultos en San José. Así surgió la Biblioteca Popular Giner de los Ríos en defensa de la cultura en
términos ciudadanos, ocupando la responsabilidad política del Estado; allí se ubicaron los fondos bibliográficos y
se inició otra etapa. Grupos de voluntarios se organizaron e integraron
comisiones de catalogación, comunicación y actividades, funcionando con un
sistema de asamblea de integrantes para avalar decisiones compartidas.
La experiencia fue dando los tonos, dicen los
protagonistas, y así se piensa que los
fondos deben renovarse, que falta más fondo infantil, que deben reponerse
novedades, etc. Con el tiempo, la
biblioteca funciona y propone actividades al barrio San José y zonas aledañas
(El Tormes, La Vega), junto a asociaciones socioculturales, artistas,
escritores, bibliotecarios y ciudadanos de a pie hace propuestas para los
adultos mayores, jóvenes y niños. La biblioteca funciona con voluntariado, no tiene empleados
asalariados para cubrir las funciones, los ciudadanos de buena voluntad
realizan tareas de catalogación, servicios de atención al público en defensa
del derecho de acceso a la cultura, derecho humano defendido por los habitantes
de los barrios de esta ciudad. Numerosas actividades desde cuentacuentos
infantiles, clubes de lectura, recitales poéticos, magia, talleres infantiles,
educación emocional, ferias, etc., van dando vida a este espacio.
El barrio San José presenta
una variedad multicultural, multiétnica y social. Mayoría de españoles, una
cuarta parte de etnia gitana, mientras marroquíes y latinoamericanos completan
la estadística. Existe una convivencia básica en los grupos sociales diversos,
desde sectores profesionales clase media, comerciantes autónomos y sectores de
pobreza más dura.
Los usuarios de la
biblioteca son en su mayoría niños, también adolescentes convertidos ya en
lectores orientados, adultos jóvenes, mujeres
y señores mayores. Los niños y niñas marroquíes suelen ser asiduos
concurrentes, los latinoamericanos asisten poco y, sin lugar dudas, la
biblioteca es un lugar de apoyo demandado por las instituciones escolares de la
zona.
Numerosos son los
protagonistas, los ciudadanos que han logrado que el espacio ¡exista y
funcione!, que se hayan implicado agentes tan diversos y que trabajen en grupos
de consenso construido desde abajo y entre iguales para mantener el derecho
universal de acceso a la lectura, que gente de fuera del barrio se haya implicado
en el proyecto (donando libros, proponiendo actividades, utilizando el espacio,
vendiendo tartas para buscar fondos). Proyecto ciudadano, iniciativa social sin
ningún tipo de subvención, ni personal rentado en condiciones y derechos,
sobreviviendo por la fuerza de la convivencia e
integración cultural para que nadie se quede fuera.
Hay una tensión propia
de las democracias actuales: por un lado,
se trata de apoyar y promover la diferenciación, entendida como diversidad
cultural, pluralismo en valores y mayor autonomía de los sujetos; por otro lado, se busca recobrar o
redinamizar la igualdad, entendida sobre todo como inclusión de los excluidos,
sin que ello conlleve a la homogeneidad cultural, a mayor concentración de
poder político o a la uniformidad en los gustos y estilos de vida (Hopenhayn,
2002).
La integración sin
subordinación pasaría por el doble eje de los derechos sociales y los culturales,
en que una mejor distribución de los
activos materiales va de la mano con un acceso más igualitario a los activos
simbólicos (información, comunicación y conocimiento). Todo esto con una
presencia más equitativa de los múltiples protagonistas socioculturales en la
deliberación pública, y con un pluralismo cultural encarnado en normas
institucionales (Hopenhayn, 2002). La Biblioteca
Popular Giner de los Ríos es producto de la garantía ciudadana ejercida más
allá del cumplimiento del deber por parte del Estado.
La globalización hizo
que el multiculturalismo se hiciera presente en la realidad; las fuerzas vivas, los ciudadanos hacen de
esa realidad la búsqueda de un espacio intercultural tanto bajo la forma del
conflicto como de la promesa de mayor riqueza cultural.-
Bibliografía:
- García Canclini, Néstor (1995): Consumidores y ciudadanos. México: Grijalbo.
- García Canclini, Néstor (1995): Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Buenos Aires: Sudamericana.
- Giménez, C. (2000): Modelos ante la diversidad cultural: del racismo a la interculturalidad. En Alcina, J. (coord.): Hacia una nueva ideología para el siglo XXI. Madrid: Akal.
- Hopenhayn, Martín (2002): El reto de las identidades y de la multiculturalidad. Revista OEI, Nº 0, URL, http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric00a01.htm#, consultada 23/09/2014.
- Ley 9/1989 de 30 de noviembre, de Bibliotecas de Castilla y León. BOE Nº20, 23 de enero de 1990.
- Ortiz, Renato (1994): Mundializaçao e cultura. Sao Paulo: Brasiliense.
- Sartori, G. (2001): La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo. Barcelona: Taurus.
- Sleeter, Christine (2004): El contexto político de la educación multicultural en Estados Unidos. En Cuadernos Interculturales, Año 2, Nº3, septiembre. Chile: Universidad de Valparaíso.
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